Hartos del smog y bullicio del calcinante concreto y pavimento de la gran ciudad, además de levantarnos casi de madrugada para trasladarnos a nuestros respectivos trabajos y poder llegar a tiempo, Vicente y yo decidimos tomar unas merecidas vacaciones, elegimos pasar unos días en el rancho donde vivió la tía Licha que en paz descanse. Y aunque ella lamentablemente ya no está afortunada…