NO CULPO SOLO YO.
Era largo y blondo su pelo,
cual sueño que deja el desvelo
y era frágil su esbelta cintura,
como abstinencia y deseo.
Encumbrado era su pectoral,
simetría con el fin de su dorsal
y anchas sus gráciles caderas,
sin sortilegios o quimeras.
Hechizante su fresca sonrisa
y sus labios de púrpura carmín,
que hacían del beso premisa,
como una ambrosía sin fin.
Cuanto extasío en…